Gracias por Visitarme!
Tú presencia en este blog no es casualidad, estabamos destinados a cruzarnos en el camino. Un gusto conocerte y que me conozcas. Disfrutemos de esta experiencia de estar vivos. No permitamos que nuestras circunstancias nos dominen, ni demos poder a nadie sobre nosotros. No, nos apeguemos a nada ni a nadie. Vivamos el momento con miras a ser cada vez mejores personas y no abandonemos el sendero espiritual. Gracias por detenerte y leer el blog. Bendiciones.
Romanos 12:9-14
Que el amor sea sincero
Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno.
Que entre ustedes el amor fraterno sea verdadero cariño,
y adelántense al otro en el respeto mutuo.
Sean diligentes y no flojos.
Sean fervorosos en el Espíritu y sirvan al señor.
Tengan esperanza y sean alegres.
Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar.
Compartan con los hermanos necesitados,y sepan acoger a los estén de paso.
Bendigan a quienes los persigan, bendigan y no maldigan"
No debemos olvidar que, cuando nuestros actos se revisten de amor, de servicio y entrega, cumplimos los mandamientos de la ley de Dios.
Por Francisco de Sales...para oír la misa!
Para oír Misa como conviene, ya sea real, ya espiritualmente, has de seguir este método:
Desde el principio has que el sacerdote sube al altar prepárate juntamente con él, lo cual harás poniéndote en la presencia de Dios, reconociendo tu indignidad y pidiéndole perdón de tus defectos.
Desde que el sacerdote suba al altar hasta el Evangelio, considera sencillamente y en general la venida de nuestro Señor al mundo y su vida en él.
Desde el Evangelio, hasta concluido el Credo, considera la predicación del Salvador, protesta que quieres vivir y morir en la fe y obediencia a su santa palabra y en la unión de la Santa Iglesia Católica.
Desde el Credo hasta el Pater noster contempla con el espíritu los misterios de la Pasión y muerte de nuestro Redentor, que actual y esencialmente se representan en este santo Sacrificio, que has de ofrecer, juntamente con el sacerdote y con el resto del pueblo, a Dios Padre para honra suya y salvación de tu alma.
Desde el Pater noster hasta la Comunión, esfuérzate a excitar en tu corazón muchos y ardientes deseos de estar siempre junta y unida a nuestro Señor con un amor eterno.
Desde la Comunión hasta el fin, da gracias a su Divina Majestad por su encarnación, vida, Pasión y muerte, y por el amor que nos muestra en este santo Sacrificio, pidiéndole por él que te sea siempre propicio a ti, a tus parientes, a tus amigos y a toda la Iglesia, y humillándote de todo corazón recibe devotamente la bendición divina que te da nuestro Señor por medio de su ministro.
Pero si quieres tener mientras la Misa la meditación de los misterios que vas siguiendo por orden todos los días, no es necesario que te diviertas en hacer estos actos particulares: bastará que al principio hagas intención de que el ejercicio de meditación y oración que tienes sirva para adorar y ofrecer este santo Sacrificio, puesto que en cualquiera meditación se encuentran los actos arriba dichos o ya expresos, o a lo menos implícita y virtualmente.
Oración de la mañana
Te doy gracias, Dios mío, por haberme creado, redimido, hecho cristiano y conservado la vida. Te ofrezco mis pensamientos, palabras y obras de este día. No permitas que Te ofenda y dame fortaleza para huir de las ocasiones de pecar. Haz que crezca mi amor hacia Ti y hacia los demás.
Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me lo disteis; a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esto me basta.
¡Oh, Señora mía! ¡oh, Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a Vos; y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra.
Angel de Dios, bajo cuya custodia me puso el Señor con amorosa piedad, a mí que soy vuestro encomendado, alumbradme hoy, guardadme, regidme y gobernadme. Amén
Soy Hijo de Dios
¡Derrama tu Gracia, oh Dios!Para así poder conocerte,aceptarte y seguirte.Anunciando a Ti… con palabras y hechos, como Señor y Salvador.¡Derrama tu Gracia, oh Dios!Permite que te aceptemos, humildemente, desde el tiempo y lugar en donde vivimos, cada día, cada momento.¡Sopla Tu Espíritu, Señor!Haz que veamos nuestras muchas faltas.Pedimos, por ellas, Tu perdón.Y que Tú, al perdonarnos, nos desSabiduría para reparar los errores.¡Sopla Tu Espíritu, Señor!Cambia nuestros seres, libéranos para la Vida en abundancia construida, desde el Amor, en unidad y comunidad… aún en la diversidad.
ACTO DE CONFIANZA
¡Oh Corazón de Jesús! Pongo toda mi confianza en Ti.De mi debilidad todo lo temo,pero todo lo espero de tu bondad.A tu Corazón confío... (petición).¡Jesús mío!, yo cuento contigo, me fío de Ti, descanso en Ti.¡Estoy seguro en tu Corazón!
ORACION PARA SONREIR
Señor, renueva mi espíritu y dibuja en mi rostrosonrisas de gozo por la riqueza de tu bendición.Que mis ojos sonrían diariamentepor el cuidado y compañerismode mi familia y de mi comunidad.Que mi corazón sonría diariamentepor las alegrías y dolores que compartimos.
Que mi boca sonría diariamentecon la alegría y regocijo de tus trabajos.Que mi rostro dé testimonio diariamentede la alegría que tú me brindas.
Gracias por este regalo de mi sonrisa, Señor.
Amén.-Madre Teresa de Calcuta
ALMA DE CRISTO
Alma de Cristo, santifícame.Cuerpo de Cristo, sálvame.Sangre de Cristo, embriágame.Agua del costado de Cristo, lávame.Pasión de Cristo, confórtame.¡Oh, buen Jesús!, óyeme.Dentro de tus llagas, escóndeme.No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme.En la hora de mi muerte, llámame.Y mándame ir a Ti.Para que con tus santos te alabe.Por los siglos de los siglos. Amén.
La Necesidad del Silencio de Anselm Grun, o.s.b
En medio del bullicio de nuestro tiempo, son muchas las personas que sienten necesidad de liberarse de su ruidoso ajetreo y encontrar la tranquilidad. Una riada de libros sobre el silencio pone de manifiesto el deseo de tranquilidad que experimentan esas personas. El ruido amenaza su salud. Y, al igual que el filósofo danés Sören Kierkegaard, han descubierto en el silencio un remedio para sus males interiores. Ensalzan la benéfica acción del silencio y entonan himnos de alabanza en su honor. Muchos han descubierto el efecto sanador del silencio en contacto con las técnicas de meditación orientales, y ahora ponen el silencio por encima de todas las demás formas de expresión religiosa, por encima incluso de la oración y del servicio divino.
A otros, en cambio, el silencio les resulta arduo y penoso. Cuando se les dice que en unos ejercicios espirituales tienen que permanecer durante todo el día en actitud de recogimiento interior, lo perciben como una imposición basada exclusivamente en la reglamentación. En mis cursillos sobre el silencio me encuentro constantemente con estas dos actitudes, que son otros tantos polos. Unos están agradecidos por no tener que hablar durante varios días, por poder guardar silencio incluso durante las comidas. Para otros, en cambio, eso constituye una carga. Consideran que no es natural y, en consecuencia, rompen el silencio cuando están sentados a la mesa. Como es lógico, aquellos a quienes les gusta permanecer en silencio se sienten molestos.
En cierta ocasión, al referirme al silencio durante un cursillo, algunos de los asistentes se quejaron de que faltaba tranquilidad. Entonces les pedí a todos que respetaran el ámbito del silencio colectivo, pues el que rompe el silencio ejerce violencia, al arrebatar a los demás el espacio de su tranquilidad. En sentido inverso, en los cursillos sobre el silencio hay algunos que son tan introvertidos y estrictos que su silencio resulta bastante sobrecogedor. Consideran que deben mantener un silencio decididamente patético para mostrar a todos su elevada espiritualidad. Sin embargo, cuando uno está interiormente tranquilo, puede atender amablemente a otra persona sin romper el silencio. El silencio no es ausencia de relaciones, sino un tipo de relación. El silencio amable genera una calma serena.
En el actual y casi unánime elogio del silencio falta un aspecto que es subrayado una y otra vez en la tradición conventual: el silencio como tarea, como exigencia de trabajo interior, de cambio. Por eso, en las páginas que siguen se darán a conocer las experiencias de los antiguos monjes (siglos III-VI) con el silencio. Esperamos que aporten claridad a la actual visión del silencio, una visión a menudo claramente indiferenciada y que responde más al deseo que a la vivencia. Pero, por encima de todo, debemos poner de relieve que el silencio es una tarea espiritual que requiere la implicación de todo el ser humano. Para los monjes, el silencio no es propiamente una técnica de distensión o de profundización, ni tampoco un método para desconectarse del entorno. El silencio busca más bien el ejercicio de actitudes esenciales y nos formula una exigencia moral: eliminar nuestras actitudes viciadas, combatir nuestro egoísmo y abrirnos a Dios.
Los monjes no hablan apasionadamente del silencio. El apasionarse es siempre un síntoma de que se han proyectado demasiados deseos inconscientes en un objeto. En los escritos monásticos se habla con mucha sobriedad del silencio, que nunca es definido como el único medio del camino espiritual, sino que es contemplado siempre en relación con todos los demás medios con los que el monje ha de familiarizarse: la oración, la meditación, la dirección espiritual, el trabajo, el ayuno, la limosna, el amor al hermano y la práctica de la hospitalidad. El silencio como camino espiritual consta de tres fases: el encuentro consigo mismo, el desprendimiento o liberación, y la unidad con Dios y con uno mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario